XIX
RIOS DE AGUA VIVA
“38 El que
cree en mí, como dice la
Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. 39 Esto
dijo del Espíritu que habían
de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo,
porque Jesús no había sido aún glorificado” (Juan 7:38-39).
Bendito Rúaj
Ha Kodesh (Espíritu Santo).
Por
irracional que parezca, los hebreos rechazaron la mejor promesa de Dios, rechazaron
al Espíritu Santo que solo se recibe poniendo fe en su Hijo; y los gentiles que
estaban destituidos de la gloria de Dios, muertos en sus pecados y marginados
por la ley, al aceptar la fe del Cristo de la gloria, recibieron una promesa
que no estaba destinada exclusivamente para ellos.
El
Espíritu Santo es Omnisciente, sus dones, sus frutos y su revelación ayudó a
los apóstoles y profetas a escribir el canon bíblico del Antiguo y el Nuevo Testamento.
Los dones del
Espíritu Santo.
El apóstol Pablo dijo
que el Espíritu Santo otorga dones a la iglesia para que esté preparada para la
venida de Jesucristo:
“7 Pero a
cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. 8 Porque a éste es dada por el
Espíritu palabra de sabiduría;
a otro, palabra de ciencia
según el mismo Espíritu; 9 a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu.
10 A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas. 11 Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en
particular como él quiere” (1Corintios 12:7-11).
Los frutos del
Espíritu Santo.
Otra
de las virtudes del Espíritu Santo es perfeccionar al creyente mediante sus
frutos:
“22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley” (Gálatas 5:22).
La Sabiduría y revelación que da el Espíritu Santo
El
creyente recibe Espíritu de sabiduría y revelación para que conozca a su Dios:
“17 para que
el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el
Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento
de él” (Efesios 1:17).
El
Espíritu Santo revela el misterio que estaba oculto desde los
tiempos eternos:
“25 Y al que puede confirmaros según mi evangelio y la predicación de
Jesucristo, según la revelación
del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos, 26 pero que ha sido manifestado ahora, y que por las
Escrituras de los profetas, según el mandamiento
del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las gentes para que obedezcan a
la fe” (Romanos 16:25-26).
La
ley de Moisés no tiene poder por sí mima para revelar misterios ocultos.
Solamente
el apóstol Pablo recibió el evangelio por revelación directa del Cristo
glorificado:
“11 Mas os hago saber, hermanos, que el
evangelio anunciado por mí, no es según
hombre; 12 pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de
Jesucristo” (Gálatas 1:11).
La
revelación, los dones y los frutos se reciben por medio del Espíritu Santo,
jamás se recibirán por medio de la ley de Moisés.
Pablo
dijo que si la promesa (el Espíritu Santo) se recibe mediante la ley de Moisés,
entonces la fe de nada sirve y la promesa queda sin efecto:
“14 Porque si los que son de la ley son los herederos, vana
resulta la fe, y anulada la promesa” (Romanos
4:14).
La conclusión es que la ley no tuvo la capacidad para revelar las
cosas ocultas de Dios. Sencillamente la ley es un instrumento de Dios, pero el
Espíritu Santo no es un instrumento, es Dios en el interior de Dios y revela
todo para que sepamos lo que Dios nos ha concedido (1Corintios 2:12).
CAPÍTULO
XX
SI HE HALLADO
GRACIA
EN TUS OJOS.
“12 Ahora,
pues, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino, para que te conozca”
(Éxodo 33:12).
“6 Jesús le dijo [a Tomás]: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida;
nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6).
Anteriormente se comparó las grandes
diferencias que tienen los dos Pactos: El primer Pacto tiene el ministerio de
la ley, de la maldición y la muerte; el segundo Pacto tiene el ministerio del
Espíritu Santo, el perdón y la vida eterna; el primer Pacto está discapacitado para
entender los misterios, pero el segundo Pacto los revela.
Hagamos una remembranza sencilla del Pentateuco,
vamos hasta el momento cuando Moisés mira por primera vez la Shekinah de Yahweh
en la zarza. Este varón jamás se hubiera imaginado cuantas obras maravillosas
operaría Elohim sobre su vida. Y las aportaciones extraordinarias que dejaría
no solo al pueblo santo y escogido de Israel, sino a todas las naciones. Generaciones
y generaciones siguen conociendo al Elohim de Abraham de Isaac y de Jacob,
ahora, todos los que hemos sido alcanzados por su gracia por medio de Cristo
Jesús decimos: “Digno eres YHWH, a ti sea toda
exaltación, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos. Amén”.
Y tendré misericordia...
Cuando Moisés liberó y trasladó al pueblo de
Israel de Egipto a la tierra prometida tuvo un éxito sin precedentes, debido a
que Jehová le ayudó en esta comisión. La pregunta es: ¿Cómo fue el modelo de esa relación entre Yahweh
y Moisés? ¿Bajo qué condiciones
se estableció la relación Dios y hombre?
Durante el proceso de liberación del pueblo
de Israel, la relación entre Yahweh y su siervo Moisés se fue haciendo más
tangible, cara a cara. Moisés tuvo el
anhelo de encontrar el camino que conduce a Yahweh, para conocerlo. En cierta
ocasión le dice Moisés a Elohim:
“13 Ahora, pues, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu
camino, para que te conozca” (Éxodo 33:13).
¿Cuál era el deseo de Moisés? Estar en la presencia gloriosa de ese Dios
que solo escuchaba pero que no podía ver. YHWH le respondió:
“19 Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el
nombre de Jehová delante de ti; y tendré misericordia del que tendré
misericordia, y seré clemente para
con el que seré clemente” (Éxodo 33:19).
Moisés quería ver la presencia
gloriosa de Yahweh y lo consiguió, obtuvo la gracia de Dios, y aunque no vio su
rostro, sí vio su espalda (Éxodo 33:18-23), aunque el libro de Éxodo dice que
Yahweh platicaba cara a cara con Moisés (Éxodo 33:11).
Yahweh jamás le dijo a Moisés que
conocería las tres manifestaciones de JESÚS, tampoco le reveló que JESÚS es el
único Dios que puede manifestarse en tres modos diferentes, Yahweh sólo dijo:
”12 y tendré misericordia del que tendré misericordia,
y seré clemente para con el que seré clemente” (Éxodo 33:12).
Pero, ¿Qué significado tienen estas palabras? Que Yahweh hace evidente las riquezas de su gloria y las pone en sus vasos escogidos que él ha
preparado de antemano para gloria suya. Yahweh quiso decir que en el período de la ley mosaica solo un
número limitado de personas tendría el sagrado privilegio de conocer la
Trinidad. Todo aquel que recibe la gracia de Elohim puede entrar directamente a
su presencia y conocer literalmente a tres Seres distintos e inmanentes, al Padre, al Hijo y al
Espíritu Santo.
De todos los apóstoles, solo
Pablo da una amplia cátedra de Éxodo 33:12-23, él enseña sobre la gracia y
misericordia que Dios deposita en cada uno de sus vasos escogidos:
“22 ¿Y qué, si Dios,
queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia
los vasos de ira preparados para destrucción [como al Faraón], 23 y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que
él preparó de antemano para gloria [como a Moisés], 24 a los cuales
también ha llamado, esto es, a nosotros, no sólo de los judíos, sino también de
los gentiles? 25 Como
también en Oseas dice: Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo,
Y a la no amada [a los gentiles
marginados], amada. 26 Y en el lugar donde se les dijo: Vosotros no
sois pueblo mío, Allí serán llamados hijos del Dios viviente” (Romanos
9:22-26).
Moisés conoció a la
Trinidad.
Elohim tuvo misericordia de
Moisés y manifestó su gloria tal cual es. Moisés conoció a tres Seres totalmente
distintos pero inmanentes, al Padre al Hijo y al Espíritu Santo.
Si usted amado lector cree que
estoy divagando, que trato de persuadirlo para que crea a una estéril
suposición, verifique con lupa grande Deuteronomio 32:43, en este cántico de
Moisés es revelada por primera vez en toda la Biblia la existencia del Hijo
Primogénito de Dios, lamentablemente, nuestra Biblia protestante Reina Valera
no tiene completo el texto. Así que, por favor revise las siguientes traducciones:
Traducción Kadosh Israelita Mesiánica Diego Ascunce
2003.
“43 ¡Regocíjense,
ustedes cielos, con El, cuando El traiga su primogénito al mundo y que todos los malajim de Elohim lo adoren!
Gentiles, con su pueblo, y se inclinen a Él todos ustedes dioses” (Deuteronomio
32:43).
Biblia de Jerusalén Edición 1976
Esta Biblia fue traducida de los manuscritos de la Septuaginta y se
refiere al Primogénito con el pronombre de tercera persona singular él.
“43 ¡Cielos, exultad
con él, y adórenle los hijos de Dios!
¡Exultad, naciones, con su pueblo, y todos los mensajeros de Dios narren su
fuerza!” (Deuteronomio 32:43 Biblia de
Jerusalén).
La Tora-
El Pentateuco. Universidad de Jerusalén.
”43 ¡Cielos, exultad con
él, y adórenle los hijos de Di-s!” (Deuteronomio 32:43).
Primogénito significa el
primero que recibe los genes de su progenitor. Luego entonces Moisés vio en el
seno de Elohim al Hijo Primogénito, a la segunda persona de la Trinidad.
Si el argumento no es
convincente, tal vez el siguiente texto bíblico elimine cualquier duda que
usted tenga. El autor de la carta a los Hebreos, inspirado por el Espíritu
Santo confirma lo que dijo Moisés en Deuteronomio 32: 43: Dios tiene un Hijo Primogénito.
“6 Y otra vez, cuando [Dios Padre] introduce
al Primogénito en el mundo, dice: Adórenle todos los ángeles de Dios” (Hebreos
1:6, la Biblia que usted quiera consultar).
Moisés no se limita a testificar solamente del Padre y del Hijo,
también testifica del Espíritu Santo:
“29 ¡Quisiera que YAHWEH pusiera su
Ruaj en todos ellos!" (Números 11:29 Traducción
Kadosh Israelita Mesiánica Diego Ascunce 2003).
¿Acaso dijo Moisés que YAHWEH y Ruaj (Espíritu) son dos manifestaciones
de JESÚS? Claro que no. Moisés se refiere al Espíritu Santo como alguien que es
inherente a YAHWEH. El adjetivo posesivo “su”, indica claramente que la
tercera persona pertenece a la primera.
¿Tenemos que aceptar la teoría de los tres
modos en que se manifiesta JESÚS la cual enseñan los apóstoles de la unicidad? ¿Tenemos que aceptar doctrinas
que tuercen el sentido de la palabra profética?
Los profetas conocían a la perfección al Padre, al Hijo y al Espíritu
Santo, o sea, la Trinidad.
El profeta Isaías distingue al
Espíritu Santo con características propias, totalmente diferente al Padre y al
Hijo:
”1 Saldrá una vara del
tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces. 2 Y
reposará sobre él el Espíritu de Jehová;
espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder,
espíritu de conocimiento y de temor de Jehová” (Isaías
11:1).
El profeta dice que JESÚS habría
de ser descendiente del padre del Rey David según la carne, y sobre él habría
de reposar el Espíritu Santo, el cual tiene siete espíritus (cf. Apocalipsis
1:4; 3:1; 4:5). Observe que la diferencia entre JESÚS y el Espíritu Santo es
abismal.
En el siguiente texto, Isaías
habla específicamente del Espíritu Santo, y lo presenta con todas la APTITUDES de un Ser Viviente capaz de realizar
independientemente toda obra, pero sobre todo, exalta uno de sus atributos, su
Omnisciencia:
”13 ¿Quién enseñó al
Espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole? 14 ¿A quién pidió
consejo para ser avisado? ¿Quién le enseñó el camino del juicio, o le enseñó
ciencia, o le mostró la senda de la prudencia?” (Isaías 40:13-14).
Analice detenidamente que el
profeta NO
utilizó el mismo sentido que usó el Señor Jesús en Juan 4:23-24.
¿Porqué los judíos no tenían un concepto
trinitario como nosotros los cristianos?
Hay muchas razones de sobra:
a)
El tutor de Israel era la ley, no era Cristo Jesús.
El
apóstol Pablo compara a la ley de Moisés con un tutor (ayo) o mayordomo que se
encargaría de cuidar temporalmente a
los hijos de su amo, los alimentaría con sabiduría y conocimiento divino. Dios
depositó en manos de la ley a los hebreos.
Los
hebreos creyeron que la administración de la ley sería eterna. A los israelitas
nunca les quedó claro que la ley los entregaría en las manos de su legítimo
dueño, Jesucristo. Con la visitación del Unigénito la ley mosaica fue cesada de
su servicio. Al estar presente el Amo, el mayordomo se hace un lado, pues ya no
tiene nada que revelar, ahora el que administra y revela es el Hijo.
“22 Mas la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por la fe en
Jesucristo fuese dada a los creyentes. 23 Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley,
encerrados para aquella fe que iba a
ser revelada. 24 De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a
Cristo, (Gálatas
3:22-24).
Paradójicamente,
los fariseos reconocieron ser discípulos de Moisés, tenían la certeza de que
Dios había hablado con él; sin embargo, desecharon a Jesucristo porque no
sabían de donde era (Juan 9:29). No estuvieron alertas y no conocieron el
tiempo de la visitación de Emanuel, el Hijo Primogénito.
La perspectiva
Mesiánica de los judíos era que vendría un hombre descendiente del rey David, pero
con un gran poder político mayor que el de Salomón, que los libraría de la
opresión de Roma y de todos sus vecinos, tristemente esta perspectiva los hizo tropezar.
b) La Iglesia del
AT no sabía sobre la participación del Espíritu Santo.
Otro
aspecto sin precedentes es que la mayoría de los israelitas del período
mosaico no sabían sobre la participación
del Espíritu Santo. Y como ya sabemos, solo el evangelio de Cristo revela al
Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, según Mateo 3:16-17; 28:19; Juan 14:26;
2Corintios 13:14.
El
ministerio del Espíritu Santo es el de santificar, repartir dones y dar frutos
a los hijos de Dios. Sin embargo, en el Antiguo Pacto el único que sabía de la
existencia del Espíritu de Dios era Moisés, pero Josué no tenía conocimiento de
él.
En
cierta ocasión Josué tuvo celos de que algunos israelitas recibieran la unción
del Espíritu Santo, se acercó a Moisés y le dijo: Señor
mío Moisés, impídelos. Pero Moisés conocía muy bien los propósitos del
gran Yo Soy, veamos parte de esta historia:
“25 Entonces Jehová descendió en la nube, y le habló [a Moisés]; y tomó del
espíritu que estaba en él, y lo puso en los setenta varones ancianos; y cuando
posó sobre ellos el espíritu, profetizaron, y no cesaron. 26 Y habían quedado en el
campamento dos varones, llamados el uno Eldad y el otro Medad, sobre los cuales
también reposó el espíritu; estaban éstos entre los inscritos, pero no habían
venido al tabernáculo; y profetizaron en el campamento. 27 Y corrió un joven y dio
aviso a Moisés, y dijo: Eldad y Medad profetizan en el campamento. 28 Entonces respondió Josué hijo de Nun, ayudante de Moisés, uno de
sus jóvenes, y dijo: Señor mío
Moisés, impídelos. 29 Y
Moisés le respondió: ¿Tienes tú celos por mí? Ojalá todo el pueblo de Jehová fuese profeta, y que Jehová pusiera
su espíritu sobre ellos. 30 Y
Moisés volvió al campamento, él y los ancianos de Israel” (Números 11:16, 24-30).
En el N. T. vemos que los primeros cristianos de Éfeso estaban igual
que Josué, ignoraban la relevante participación del Espíritu Santo:
“1 Aconteció que entre tanto
que Apolos estaba en Corinto, Pablo, después de recorrer las regiones
superiores, vino a Efeso, y hallando a ciertos discípulos, 2 les dijo:
¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando
creísteis? Y ellos le dijeron: Ni
siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo. 3 Entonces dijo: ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos dijeron: En el bautismo
de Juan. 4 Dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento,
diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él, esto es, en
Jesús el Cristo. 5 Cuando
oyeron esto, fueron bautizados en el
nombre del Señor Jesús. 6 Y habiéndoles impuesto
Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y
profetizaban. 7 Eran por
todos unos doce hombres” (Hechos 19:1-7).
Después del Pentecostés, el ministerio de la tercera Persona comenzaba
a conocerse, primero en Jerusalén, después en toda Judea, luego en Samaria y
por último en todo el mundo.
En
el A. T. vemos otra evidencia más donde los
israelitas no conocían el ministerio del Espíritu Santo. Eliseo le
pidió a Elías una doble porción del Espíritu que moraba en él.
“9 Cuando habían pasado, Elías dijo a Eliseo: Pide lo que quieras que haga por
ti, antes que yo sea quitado de ti. Y dijo Eliseo: Te ruego que una doble
porción de tu espíritu sea sobre mí. 10 El le dijo: Cosa difícil has pedido. Si me vieres cuando fuere quitado de ti, te será
hecho así; mas si no, no” (2Reyes
2:1-14).
Por
tanto, surge una pregunta obligada, ¿estaba el Espíritu Santo presente en la
vida de los profetas o era en una de las manifestaciones de JESÚS?
c) La primera
parte del Tabernáculo estaba en pie.
En
los casos de Josué y de Eliseo, ¿por qué ellos no pidieron la unción del
Espíritu Santo directamente a Elohim? La respuesta la encontramos en Hebreos 9:8, el autor dice que el Espíritu
Santo
le dio a entender a la iglesia apostólica que en el período del AT aún no se había manifestado el camino al Lugar Santísimo, en tanto
que el Lugar Santo estuviese de pie (Hebreos 9:7-8), sólo Moisés
conocía el camino para llegar a Yahweh (Éxodo 33:12-23). Sin embargo, ninguno
de los otros ministros pudo entrar directamente a la presencia misma de Elohim para
conocer al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, es claro que los levitas y los
profetas no tenían permitido entrar directamente al trono de la gracia, al
Lugar Santísimo.
(Amados lectores, hago
este pequeño paréntesis para ilustrarlos un poquito acerca del Tabernáculo de
Jehová.
El servicio en el
tabernáculo de Jehová era de esta manera: En el atrio se encontraba el lavacro
donde los sacerdotes descendientes de Aarón celebraban el rito de la ablución,
(lavamiento del cuerpo o de las manos) para ponerse las prendas sacerdotales y
poder entrar a la primera parte, el Lugar Santo, ahí ofrecían servicio
de culto a YHWH todo el tiempo. En la segunda parte, el Lugar Santísimo, solo el
sumo sacerdote podía entrar una vez al año para ofrecer sacrificios de
expiación por los pecados de todo el pueblo, pero con sangre de animales.
Antes de entrar al Lugar
Santísimo, el sumo sacerdote tomaba precauciones porque cabía la posibilidad de
que podría morir en ese lugar, a causa de algún pecado olvidado. Se ataba
cascabeles a sus pies y se amarraba de la cintura un cordón grueso y largo. La
cortina que accesaba a la segunda parte del tabernáculo no tenía una
apertura en medio para que el sumo sacerdote entrara de pie, sino que era de
una sola pieza de extremo a extremo, entonces el sacerdote entraba por debajo
de ésta rodando. El resto de los sacerdotes que asistían al sumo sacerdote
debían estar atentos escuchando el tintineo de los cascabeles al caminar, pero
si quedaba todo en silencio podría ser que el sacerdote hubiera muerto,
entonces los sacerdotes que estaban en el Lugar Santo tendrían que tirar del
cordón para sacar al posible difunto del Lugar Santísimo, porque ningún otro
sacerdote podía entrar a la segunda parte del Tabernáculo para sacar al sumo
sacerdote si es que estuviera muerto. Ninguno del resto del pueblo israelita
tuvo la oportunidad de entrar al Lugar Santísimo.
El
sumo sacerdote entraba una vez al año para ofrecer sacrificios de expiación por
los pecados de él y del pueblo, pero solo ministraba o servía a Yahweh mas no
recibía revelación, ni podía ver la presencia de Dios como lo hacía Moisés.
d) No atendieron puntualmente
la palabra profética.
Los
judíos siempre estuvieran ansiosos esperando la llegada del Mesías pero es
paradójico que cuando lo tuvieron enfrente no lo pudieron reconocer, lo
repudiaron, lo torturaron y lo crucificaron.
Los
escribas y fariseos contemporáneos de Cristo Jesús tenían un alto conocimiento de
la Torá, sabían de memoria cada texto de la ley, sabían dónde iba una coma, una
tilde o los puntos, conocían a la perfección las profecías mesiánicas.
Los
líderes religiosos sabían que su Mesías nacería en Belén Efrata:
“2 Pero tú, Belén Efrata,
pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será
Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la
eternidad” (Miqueas 5:2).
¿Atendieron puntualmente la ley y los profetas? Claro que no.
No es posible que los tres astrólogos y el rey Herodes, personas
extranjeras, hayan sido más sensibles para indagar sobre la venida del Mesías
(Mateo capítulo 2), ¿por qué los judíos no atendieron la palabra profética a su
debido tiempo? Porque tenían un espíritu de sueño.
Los líderes
religiosos sabían que el Mesías sería llamado Nazareno.
“23 y vino y habitó en la ciudad que se llama Nazaret, para que se cumpliese lo que
fue dicho por los profetas, que habría de ser llamado nazareno” (Mateo 2:23).
¿Atendieron puntualmente la ley y los profetas? Claro que no.
Los líderes
religiosos conocían la profecía de Isaías que dice que la Luz de Dios habitaría
en Capernaum de la tribu de Neftalí:
“12 Cuando Jesús oyó que Juan
estaba preso, volvió a Galilea; 13 y dejando
a Nazaret, vino y habitó en Capernaum,
ciudad marítima, en la región de Zabulón y de Neftalí, 14 para
que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: 15 Tierra
de Zabulón y tierra de
Neftalí, Camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles; 16 El pueblo asentado en tinieblas vio gran
luz; Y a los asentados en región de sombra de muerte, Luz les
resplandeció. 17 Desde
entonces comenzó Jesús a predicar,
y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo
4:12-17; Isaías 9:1-2).
¿Atendieron los judíos puntualmente la ley y los profetas? Claro que
no.
Los
líderes religiosos no creyeron en Jesucristo ni en sus obras poderosas, a pesar
de que les dijo literalmente que era el Hijo de Dios:
“24 Y le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos turbarás el alma? Si tú eres el
Cristo, dínoslo abiertamente. 2 Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no
creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de
mí” (Juan 10:24).
Los judíos conocen a la perfección Isaías 53, saben que su profecía se
cumple cabalmente en Cristo Jesús pero no quieren reconocerlo abiertamente, literalmente
vieron al Hijo de Dios torturado en la cruz con dos impíos a ambos lados y que fue
sepultado en la tumba de un rico:
“3 Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en
quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo
estimamos. 4
Ciertamente llevó él nuestras
enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por
herido de Dios y abatido. 5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones,
molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su
llaga fuimos nosotros curados. 6 Todos nosotros nos descarriamos como
ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas
Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. 7 Angustiado él, y afligido, no
abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de
sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. 8 Por cárcel y por juicio
fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la
tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido. 9 Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca
hizo maldad, ni hubo engaño en su boca” (Isa 53:3-9).
¿Atendieron puntualmente la ley y los profetas? Claro que no.
Los líderes
religiosos conocían las profecías del rey David, sabían que el Mesías sería
torturado y quedaría irreconocible a causa del tormento:
“17 Contar puedo todos mis huesos; Entre tanto, ellos me miran
y me observan (Salmos 22:17).
¿Atendieron puntualmente la ley y los profetas? Claro que no.
Los líderes
religiosos sabían que Jesús moriría en la cruz y que sus prendas íntimas serían
repartidas:
“18 Repartieron entre sí mis vestidos, Y sobre mi ropa echaron suertes
(Salmo 22:18).
¿Atendieron puntualmente la ley y los profetas? No.
Poncio Pilatos no encontró culpa en JESÚS y pensaba liberarlo, pero es
lamentable que los líderes religiosos judíos fueron más crueles y duros de
corazón que los romanos (Mateo 27:24-26), tanto, que no les importó condenarse a
sí mismos y a sus propios hijos con tal de crucificar al Hijo Primogénito de
Dios:
“24 Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto, tomó agua y se lavó
las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este
justo; allá vosotros. 25 Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre
nosotros, y sobre nuestros hijos. 26 Entonces les soltó a Barrabás; y habiendo azotado a Jesús, le entregó para ser
crucificado” (Mateo 27:24-26).
Después de este horrendo asesinato ¿Cómo podría la casa de Judá
entender o conocer el concepto trinitario?
e)
Los hebreos tenían ceguera espiritual.
Los
testimonios anteriores hacen evidente el velo permanente en los ojos
espirituales de los judíos, pues nunca estuvieron atentos a la palabra
profética, tampoco conocieron la visitación de Emanuel ni le creyeron al
Mesías. Han pasado miles de
años y la maldición permanece en ellos. Los evangelios de Mateo, Juan y Pablo hablan
muy claro sobre la sentencia de Dios impuesta a los judíos:
“37 Pero a pesar de que había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en él; 38 para que se cumpliese la palabra del profeta Isaías, que dijo: Señor, ¿quién ha creído a nuestro
anuncio? ¿Y a quién se ha revelado el brazo del Señor? 39 Por esto no podían creer, porque también dijo Isaías: 40 Cegó los ojos de ellos, y endureció su
corazón; Para que no vean con los ojos, y entiendan con el corazón, Y se conviertan, y
yo los sane. 41 Isaías dijo esto cuando vio su gloria, y habló acerca de él. 42 Con todo eso, aun de los gobernantes, muchos creyeron en él; pero a causa de los fariseos no lo
confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga. 43 Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios” (Mateo 13:13-17;
Juan 12:37-43;
Hechos 28:27; Isaías 6:8-11).
Dice el dicho que no hay peor ciego que el que no
quiere ver, pero aquí un pueblo con el corazón duro que fue castigado por su
Dios con ceguera espiritual. ¿Quién los podrá convencer que el que murió en la
cruz es el Hijo de Dios? Solamente el Espíritu Santo.
¿Se cumplió todo lo que la ley
y los profetas dijeron respecto al Hijo de Dios? Por supuesto.
f)
Los hebreos tienen un velo puesto en el corazón.
Actualmente,
cuando el pueblo santo de Israel lee el Antiguo Pacto, el velo queda puesto en
sus corazones:
“11 Porque si lo que perece tuvo gloria, mucho más glorioso será lo que permanece. 12 Así que, teniendo tal
esperanza, usamos de mucha franqueza; 13 y no como Moisés, que ponía un velo sobre su rostro,
para que los hijos de Israel no fijaran la vista en el fin de aquello que había
de ser abolido. 14 Pero el
entendimiento de ellos se embotó; porque hasta el
día de hoy, cuando leen el antiguo
pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el cual por Cristo es
quitado. 15 Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el
velo está puesto sobre el corazón de ellos. 16 Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará” (2Co
3:11-16).
¿No
sucede lo mismo con los que dicen ser cristianos pero tristemente han aceptado el
Antiguo Pacto y lo ponen por obra?
En
cambio, todas las personas que han aceptado a Jesucristo entran al Nuevo Pacto
y reciben la promesa y la bendición de Dios:
“7 Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios
predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, 8 la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido,
nunca habrían crucificado al Señor de gloria. 9 Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de
hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman. 10 Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña,
aun lo profundo de Dios” (1Co 2:7-10).
Sí,
es verdad, la Trinidad como tal no se contempla en el Antiguo Testamento, pero en
el Nuevo Pacto, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo están presentes. La unicidad
ya no pudo trascender en el Nuevo Testamento, pero la Trinidad sí ¡Es diáfana y
perceptible!
El
Nuevo Testamento habla de tres Seres Divinos existentes e inmanentes: El Padre, el
Hijo y el Espíritu Santo (Mateo 3:13-17; 28:19; Romanos 8:9; 1Corintios 3:16;
6:19; 2Corintios 13:14; Juan 14:26.
Las
bendiciones de varios apóstoles son dadas a los santos en el nombre de dos Seres
Divinos: El Padre y el Hijo:
“3 Gracia y paz a vosotros, de Dios
nuestro Padre y del Señor Jesucristo” (1Corintios 1:3; 2Corintios 1:2; Gálatas 1:3; Efesios
1:2; Filipenses 1:2; Colosenses 1:2; 1Tesalonicences 1:1; 2Tesalonicenses 1:2;
1Timoteo 1:2; 2Timoteo 1:2; Tito 1:4; Filemón 1:3; 1Pedro 1:2; 2Pedro 1:2;
2Juan 1:3 y Apocalipsis 1:4).
El
apóstol Pedro dice que toda la Escritura (el Antiguo y el Nuevo Testamento) es una obra exclusiva del
Espíritu Santo:
“21 porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres
de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2Pedro 1:21).
Marcos
en su evangelio dice que el que blasfema contra el Espíritu Santo no tiene
perdón jamás. Observe que JESÚS distingue al Espíritu como una persona
diferente a él mismo:
“28 De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los
hombres, y las blasfemias cualesquiera que sean; 29 pero
cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio
eterno. 30 Porque ellos habían dicho: Tiene espíritu inmundo” (Marcos 3:29-30).
¿Qué es
el Espíritu Santo? Los testigos aseguran que es una fuerza activa. Los
unitarios dicen que es una de las manifestaciones de JESÚS. Pero el propio
Jesucristo lo presenta como un Ser Divino diferente a Él.
g) El velo del Lugar Santísimo no
se había rasgado.
El
Nuevo Pacto que profetizó Jeremías 31:31 se cumplió en dos partes:
La
primera parte del Nuevo Pacto se efectuó cuando Jesucristo celebró la santa
cena con sus 12 discípulos:
“26 Y
mientras comían, tomó Jesús el
pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto
es mi cuerpo. 27 Y tomando
la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; 28 porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos
es derramada para remisión de los pecados” (Mateo
26:26-28).
La
segunda parte del Nuevo Pacto concluyó cuando nuestro Señor Jesucristo entregó
su espíritu al Padre en la cruz (Lucas 23:46), entonces el velo del templo se rasgó por
la mitad para que judíos y gentiles pudieran entrar al Lugar Santísimo (Hebreos
10:19-20).
El
Hijo sacrificó su carne y su sangre para redimir nuestros pecados y para que
pudiéramos entrar al Lugar Santísimo:
“44 Cuando era como la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda
la tierra hasta la hora novena. 45 Y el sol
se oscureció, y el velo del templo se rasgó por la mitad.
46 Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre,
en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró” (Lucas
23:44).
No
solamente redimió los pecados de una nación, sino de todo el mundo, no redimió
a una generación pasada sino todas las generaciones futuras.
Estas
siete razones son más que suficientes para comprender porque el pueblo santo de
Israel nunca pudo ni podrá conocer la Trinidad, solo podrá conseguirlo al
depositar su fe en Cristo Jesús.
CAPÍTULO
como le habéis visto
ir al cielo” (Hechos 1:10-11).
Estos
dos varones con vestiduras blancas eran mensajeros del Altísimo. Es seguro que
los ángeles no pudieron mentir o malinterpretar un mensaje celestial.
El
Espíritu Santo no había venido aún a la tierra porque Jesucristo no había sido
glorificado en los cielos.
“37 En el último y gran día de
la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed,
venga a mí y beba. 38 El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua
viva. 39 Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que
creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no
había sido aún glorificado” (Juan 7:37-39).
La
glorificación de Cristo Jesús causó la venida del Espíritu Paráclito en el día de
pentecostés.
Pero,
¿Cómo fue la glorificación de nuestro Señor Jesucristo? El apóstol Pablo lo
explica en Filipenses 2:9-11, el Padre coronó de honores y alabanzas a su Hijo
amado que salió vencedor, lo exaltó, le permitió sentarse a la diestra de su
trono y le dio un nombre que está por encima de todo nombre, llámese Miguel o
Gabriel. Entonces si el Padre lo glorificó hasta lo sumo ¿Podría regresar el
Cordero inmolado como el segundo apóstol y con identidad ajena?
Cuando
estaba sentado a la mesa le dijo el Señor a sus Apóstoles:
“29 Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta
aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre” (Mateo
26:29).
¿Qué
significaron estas palabras para los apóstoles? Según los neosabelianos Jesucristo
regresó a la tierra en forma de Espíritu Santo, si esto fuera verdad ¿cómo es
que JESÚS beberá de nuevo el vino con sus discípulos en el reino de su Padre?
Y, ¿Por qué no dijo JESÚS en Mateo 26:29 “en mi reino”,
en lugar de decir “en el reino de mi Padre”?
Para
concluir esta parte solo falta que algún apóstol unitario conteste estas 8
preguntas muy sencillas:
1. ¿Por qué Moisés nunca le dijo Padre a Yahweh
como le dijo Jesús, los apóstoles o nosotros los creyentes?
2. ¿Por qué
Moisés no explica la Cristología y la Pneumatología como lo hizo Jesucristo y
sus apóstoles?
3.
¿Por
qué Moisés,
la tribu de Leví y los profetas NO se dieron por enterados que Jesucristo
los acompañaba en su éxodo por el desierto? cf. 1Corintios 10:1-4.
4.
¿Por
qué Dios se le presentó a Abraham, Isaac y Jacob como El-Shadday, pero no les explicó la unidad
compuesta que habita en el seno
de Elohim?
5.
¿Por
qué no existe un registro veterotestamentario que diga, que las 12 tribus de
Israel pudieron acercarse confiadamente al trono de la gracia?
6.
¿Si
usted buscara tres o cinco textos en el A. T. que hablen literalmente del Hijo
los encontrará? Estoy seguro que sí, vea Éxodo 3:2-5; Salmos 2:7; Proverbios
8:25, 27, 35; 30:4; Daniel 7:14.
7.
¿Si
usted buscara tres o cinco textos en el A. T. que hablen literalmente del Espíritu
Santo los encontrará? Por favor vea Isaías 11:2; 40:13-14; Ezequiel
37:1-14: Miqueas 2:7; Joel 2:28-32;
8.
El
cordero pascual que se sacrificó por primera vez en Egipto para proteger a los
israelitas del destructor, fue un tipo de Jesucristo, ¿Pudieron los hebreos entender
con claridad esta tipología?
El Padre ordenó y clasificó los
tiempos del hombre, después que este cometió pecado. Dios estableció el ministerio de la ley
para la salvación de una sola nación. Después, el Padre estableció el tiempo de la
visitación de su Hijo para que mediante su sacrificio redimiera al
mundo entero. Y por último, Dios estableció el período de la gracia, cuyo
ministerio es del Espíritu Santo, para salvar a todas las naciones gentiles de
la tierra, y es hasta el día de hoy que se sigue predicando el evangelio del
Hijo de Dios (Gálatas 4:1-7; Mateo 1:1; Marcos 1:1; Juan 1:1).
CONTINÚA…
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